jueves, 23 de mayo de 2013

Sobre los nuevos caminos

Me despierto, son las 11:45 de la mañana, con dolor de cabeza y espalda, mi almohada es terrible, me remito a tus largos cabellos negros lacios, reacios de ser peinados, me revuelco tratando de conciliar el sueño de nuevo pero ya te tengo en mi mente, trato de atraparte como a un pez, pero te me escurres entre las manos, te me vas, de nuevo.
 
La rutina es la misma, levantarse, desayunar, encender el ordenador, revisar emails, notificaciones, lo mismo, preparase para un día seco, sin ti. Creo que tal vez por eso me senti tan desesperado cuando te fuiste, porque regresaria a esto, a una vida carente de emociones, o tal vez porque he sido arrastrado ante la inevitable ruleta de la rutina.
 
Me pregunto que haras, viajo nuevamente del lado de la ventana, mirando como se desvanecen los arboles en la carretera, como son mecidos por el viento y como las nubes danzan bajo los claros rayos del sol que disminuye ante la llegada del invierno, la peor estación para que te fueras.
 
El día transcurre sin novedades y tus sonrisas van y vienen como destellos que bailan en mi cabeza, ese recuerdo tan vivido de tu mirada llena de calma, y esas palabras tan sencillas pero que aun retumban en mi cabeza y hacen que me quiebre por dentro un poco más.
 
Y poco a poco, día tras día, te vas desvaneciendo entre la bruma del pasado, te marchaste con las dudas entre las maletas, titubeante, expectante a ver que corriera tras de ti, pero al momento que te fuiste, me paralizo la idea de que ya no estabas, que no me quedaron fuerzas si quiera para moverme.
 
Ahora que haz desvanecido todo rastro, todo recuerdo, ahora que quemaste todo indicio de tu pasado y que ya vives otra vida, que no tengo idea de donde estas ni a donde miras, y tal vez tu igual, puedo decirte que todavia te guardo un suspiro, aunque se que poco a poco se ira muriendo.
 
Solo te pido que aprendas de tu pasado, que no lo descartes del todo, que ames como lo haz hecho, que confies en ti, que te des valor, que no hay ser en el mundo más importante que tu misma, que te aprecies al espejo y te enamores de tus gestos, de tus berrinches, de tu lunar, tan lindo, de tu ternura.

 
Amate, porque otros ya te han amado.